domingo, 16 de marzo de 2008

El Dalai Lama ofrece rueda de prensa

DHARAMSALA, India (AFP) — El Dalai Lama criticó este domingo el "régimen de terror" que China impone en Tíbet, escenario de unos enfrentamientos que según el Gobierno tibetano en el exilio ya han dejado 80 muertos, mientras las autoridades de Pekín prometían mano dura para neutralizar a los insurgentes.

El líder espiritual de los budistas tibetanos condenó además el "genocidio cultural" de China y pidió una investigación internacional sobre lo ocurrido en estos días en Lhasa, capital de Tíbet. "Se apoyan únicamente en la fuerza para lograr un simulacro de paz, una paz conseguida por la fuerza usando para ello un régimen de terror", declaró el dirigente religioso en una rueda de prensa en Dharamsala, al norte de India, donde está exiliado desde hace 49 años.

Las autoridades chinas, que tienen bajo su dominio el Tíbet, culpan a los partidarios del Dalai Lama de organizar estas protestas y juraron que reaccionarán con "firmeza" para mantener el orden en Lhasa. "Los hechos muestran que las fuerzas separatistas y reaccionarias del interior y exterior (de Tíbet) se orquestraron minuciosamente" y con "el objetivo de la independencia", indicó el domingo el Diario del Tíbet.

En Ngawa, un distrito tibetano de la provincia de Sichuan (suroeste), la policía china mató a tiros el domingo a por lo menos tres tibetanos que participaban en una manifestación, según un testigo directo y dos asociaciones humanitarias.

En Lhasa, la situación era tranquila pero tensa el domingo. La ciudad seguía cerrada totalmente a los turistas extranjeros y cercada por las fuerzas de seguridad, según las autoridades chinas, que aseguran tener bajo control la situación en esta región del Himalaya.

"No hemos decretado la ley marcial y la situación en Tíbet es en conjunto buena", declaró su alcalde, Doje Cezhug, a la agencia oficial China Nueva. Sin embargo, lo que está ocurriendo realmente en Lhasa desde hace días es una incógnita y Estados Unidos y la Unión Europea ya pidieron a China que modere la fuerza en esta crisis.

Según datos "confirmados" por el gobierno tibetano exiliado en el norte de India, 80 personas murieron durante estas protestas. "Tenemos 80 cuerpos identificados", declaró Thubten Samphel, portavoz del gobierno tibetano exiliado en Dharamshala (norte de India). "La mayoría de los muertos son tibetanos", agregó.

Por ahora, el Gobierno chino afirmó que hubo diez muertos en Lhasa, capital de Tíbet, durante las protestas registradas el viernes, las más sangrientas desde 1989. Otros informes de muertes no pudieron ser verificados. "Alguien nos dijo que había 68 cuerpos más en una morgue, pero es complicado confirmarlo", añadió Samphel.

El líder del Parlamento tibetano en el exilio, Karma Chonphel, llegó incluso a mencionar la cifra, imposible de verificar, de 1.000 víctimas mortales desde el 10 de marzo. "El este de Lhasa está bloqueado por la policía. Sólo se entra con un documento de identidad y si se vive o trabaja en la zona. En el oeste, donde está mi restaurante, la situación es mejor. Hemos abierto aunque hay menos clientes", declaró un empresario de la ciudad, sin revelar su identidad.

"Las cosas volvieron a la normalidad, no hay que creer los rumores, es algo exagerado. Es verdad que el Ejército está presente, pero las personas volvieron a sus trabajos", según una empleada de un tribunal. Esta ola de violencia se produce cuando faltan cinco meses para los Juegos Olímpicos de Pekín, lo cual coloca a las autoridades chinas en una situación delicada frente a la comunidad internacional.

Pese a numerosos llamamientos internacionales al boicot, el Dalai Lama consideró este domingo que los Juegos deben celebrarse. "Quiero esos Juegos. Los chinos necesitan sentirse orgullosos por ello. China se merece ser anfitrión de los Juegos Olímpicos", afirmó.

Por último, al menos un millar de tibetanos exiliados denunciaron este domingo en Dharamsala el "genocidio en Tíbet" y pisotearon banderas chinas. "China debe poner fin a la brutal represión y al genocidio en Tíbet", declaró Sonam Darjee, responsable del Congreso de la juventud tibetana, que reclama la independencia.

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